Alojamientos para estancias largas en Budia

Una casa muy cómoda en una ubicación maravillosa, el entorno y la vista son increíbles. Tres habitaciones cómodas, parrilla, calentadores, estacionamiento dentro de la propiedad, un columpio para apreciar las bellas vistas. La atención de Alejandro fue constante. Nos encantaría volver.

La casa de Óscar es sencillamente INCREÍBLE. Cuando llegamos no podíamos creer lo preciosa que es (aún más bonita de lo que ya se ve en las fotos), y las vistas que tiene. Una ubicación inmejorable justo encima del embalse. Ventanales enormes y mucha luminosidad en toda la casa. Las estancias muy cuidadas en cuanto a decoración, todos los utensilios necesarios, ambiente y limpieza. Se nota que lo tienen todo dispuesto con mucho amor. Teníamos todo lo necesario en la cocina, en los baños y en las habitaciones. La terraza también es muy amplia, con las luces en el árbol, mesa exterior y barbacoa. Y para cuando hace más frío, la chimenea en el salón te hace sentir en un cuento. A parte de eso, Óscar es súper amable, atento y cercano. Realmente sólo podemos decir cosas buenas. ¡Estamos deseando repetir! Y yo estoy segura de que volveré. Millones de gracias por todo.

Hemos pasado dos días muy agradables en la casa de Gema. La casa estaba en un barrio muy tranquilo y contaba con todos los básicos necesarios. Tuvimos una incidencia y Gema lo arregló en minutos.

Todo fue muy bien. Conseguimos pasar unos días fantásticos en un lugar realmente original e inesperado. El hecho de alojarnos en un lugar trazado con tanto entusiasmo, esfuerzo y genialidad, donde se consigue fusionar el recinto con la naturaleza, buscando la complicidad más extrema con el entorno, y respirando -sorpresa total- días de descanso con el trabajo artístico de Pedro esparcido por cada rincón. Era la primera vez que nos alojábamos en un lugar así, donde el concepto estaba defendido de principio a fin, y donde sientes que participas temporalmente de algo realmente importante, de la atemporalidad de nuestras acciones, de nuestros deseos, de nuestras expectativas, y de nuestra irrelevancia como seres de paso. Nuestra hija de dos años fue muy feliz con tanto estímulo artístico -especialmente con la gran roca de las bolitas-, y también con la pequeña casa del bosque; también probó la cinta de equilibrio y su autoestima quedó bien reforzada con una huella eterna en su recuerdo.